domingo, mayo 31, 2009

El Amor y El Teléfono

El Amor y El Teléfono

La Literatura y El Teléfono

A la memoria de Mohamed Larbi Janus

De todas las definiciones del amor, Terenci Moix se quedaría con las que lo califican en forma de enfermedad, sin omitir que ésta enfermedad puede ser mortal.

Y ha afirmado que el amor siempre ha alborotado la vida de las personas más que tranquilizarla. Gabriel García Márquez describe el estado de un enamorado de la siguiente manera...”...perdió el habla y el apetito y se pasaba las noches en claro dando vueltas en la cama. Perdió el sentido de la orientación y sufría desmayos repentinos...su estado no se parecía a los desórdenes del amor sino a los estragos del cólera. Los síntomas del amor son los mimos del cólera. Iban Hazm de Córdoba lo define en El Collar de La Paloma como una enfermedad: “todo amante, cuyo amor sea sincero y que no puede gozar de la unión amorosa, bien por desden de su amado, bien por guardar secreto su sentir...ha de llegar por fuerza a las fronteras de la enfermedad...lo cual le obliga a guardar cama. A veces, la dolencia del amante puede llegar, a trastornar su inteligencia y a obsesionarle.

La historia de amor de Tío Alberto es una historia que tiene como principio una llamada

telefónica a un número equivocado. Las llamadas se suceden y se multiplican, durante un tiempo que dura dos meses, en el que dos personas hablan, se comunican, sin conocerse y sin verse.

“Amor de ciegos, dice el Tío Alberto”.

Las historias de amor son historias en las que al principio dos seres humanos quieren saberlo todo el uno del otro, y al final no quieren saber nada. Ello siempre que el asunto discurra sin mayores daños y que ambos sepan separarse a tiempo.

Lo que queda atrás son hermosos recuerdos, sueños, secretos...

El teléfono es un instrumento erótico, me decía Tío Alberto, en una noche de luna llena, en el restaurante NUMBER ONE de Tánger, las charlas telefónicas entre Violeta y yo tenían una peculiaridad extraña, que se ha mantenido hasta hoy : Tras de comunicar la información por cuya causa se había verificado la llamada, los dos no queríamos colgar el auricular. Era como si hubiese todavía otra cosa, algo indecible, que si nos faltaban las palabras para expresarlo, era sentido al menos en el intercambio de un silencio común. El teléfono era el único lugar en el que podíamos tenernos cogidos de la mano.

La primera llamada fue el inicio de una historia de amor, casi dos años después, una llamada telefónica cambió nuestra relación.

Por la noche, al teléfono, nos contábamos todo lo que se había acumulado... A mi me gustaban mucho estas conversaciones. Eran como un terremoto que desplazaba el mobiliario de su sitio sin causar mayor susto.

¿Qué piensas tú sobre la llamada telefónica con fines eróticos? Me decía Tío Alberto, en el Bar restaurante N°1, de Tánger, en una noche de parranda, como diría G. García Márquez. Yo creo que sólo los majaderos pueden estar en contra de la relación sexual verbal.

Quizá radique justamente ahí la ventaja, el encanto de tales confesiones auriculares telecomunicativas: en que es posible decirse la verdad sin tener que mirarse a los ojos. Ya se trate de confesiones o de declaraciones, juramentos declarativos, mensajes de devolución o palabras de despedida: Todos ellos son susurrados con la cabeza alta, sin temor a las manos sudorosas, y siempre en la seguridad de poder hurtarse a la situación cuando esta se hiciese insoportable de puro embarazosa. Me contaba Tío Alberto: De su cercano rostro emanaba un olor del que resume, una mezcla de piel húmeda, ropa interior caliente y cabello, como todo el mundo las ha respirado alguna vez, el olor de mujer. Ella intentaba sentir felicidad., ¿Acaso no exigía el instante un sentimiento intenso?

Esto es, un sentimiento de pasión y de amor, de los que tanto y tan vehementemente se habló en las novelas antiguas de épocas pasadas. Cuando tiene lugar el primer encuentro, el “tete a tete”, él contempla el cuerpo, las manos, el rostro, los toca. Aspira el olor del cabello, de los pechos, ella duerme. El cierra los ojos y con una dulzura maravillosa, acerca su cuerpo al de ella y dice con una voz muy queda, que ha comenzado a amarla. Así abre Tío Alberto su Block-Note con frases como sacadas de una historia de amor clásica. En esta historia se estimula la fantasía, la imaginación, es necesario un oído sensible. Acuérdate, Violeta, de cuando hablábamos por teléfono! Para ellos es necesario, en verdad, la tercera longitud de onda que surge entre dos. Probablemente, Violeta y él no estuvieron nunca tan cerca el uno del otro como en sus conversaciones telefónicas. Será también esto, sin duda, lo que atrae irresistiblemente a Tío Alberto y Violeta. Se puso en contacto con ella por una llamada telefónica equivocada. De esta manera entró en relación con Violeta, a quien a si mismo le gustaba hablar por teléfono, sin conocerse, ni verse y sin embargo ansiaban de veras tener una relación intima, si bien de una forma y manera que sólo exige entrega plena para el instante presente.

El contacto por teléfono, es un contacto erótico, nos consumimos de placer para que él no nos consuma a nosotros (F. Gortz).

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En el Restaurante Numero 1 de Tánger, Tío Alberto se acercaba al bar con un grupo de amigos. Era amigo de todos los clientes. Cuando faltaba Tío Alberto, sabíamos que estaba ocupado aquella noche con su “Tete a Tete” .Violeta no faltó nunca a las citas, ni aún en sus tiempos más atareados, acudía con la esperanza de amar y ser amada .En él encontró ella el macho que buscaba, y para él ella era la mujer de su vida. Tío Alberto llegaba al “Número Uno” con los labios secos, no bebía para olvidar....Bebía para amar...Vamos, Antar pon el vino en la mesa, no tardes...Apura, Antar, el vino llena pronto mi vaso, no lo derrames... (Indio Juan)...no te vayas, no, aún es posible, amor, volver a ver el sol en torno nuestro, amor. No tardes mucho amor, la tarde muere, amor, llega la noche, no te encuentro, amor”.cantaba Tío Alberto, la canción de Indio Juan. Detrás de Antar había una bella mulata caribeña y un cuadro del pintor Mohamed Drissi.El local parecía una galería de arte. Una de las dos pasiones de Tío Alberto, la otra era la cocina.

Tío Alberto, como diría la canción de Serrat, tenía de un niño la ternura y de un poeta la locura...la puerta de su casa de par en par, y para todo el que entra tiene un plato en la mesa.

Cada uno tiene un amor secreto. Nadie llegó a saber quién fue el amor de Tío Alberto.