domingo, noviembre 27, 2011

Gaza

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Las atrocidades de Israel contra los palestinos no pueden justificarse con el derecho a su propia defensa. Los medios desprorcionados y la exterminación indiscriminada de la población civil y sus medios de subsistencia, sitúan a Israel más al lado de sus anteriores verdugos, los nazis, que al lado de los pueblos civilizados.
Israel creó el problema palestino, y por su propio interés se niega a colaborar en su solución.
Sólo en Israel (no conozco otro caso en pueblos civilizados) dos terroristas, pertenecientes al grupo o gang Irgún, han sido elevados a la categoría de Primer Ministro, Menachen Begin y Yitzhak Shamir, gobernantes 6º y 7º respectivamente, en su reciente historia. Tanto estos dos gobernantes, como tantos otros afiliados a esa organización terrorista, responsables de muchos asesinatos de inocentes civiles, han sido honrados por Israel.
Las múltiples incursiones en Líbano y Gaza, por ejemplo, demuestran un total desprecio por la vida humana, y más que autodefensa es simplemente asesinato indiscriminado de la población civil.

Esta página no intenta eximir de responsabilidades al terrorismo palestino, pero equiparar el valor de una vida israelita a cien, quinientas o mil vidas palestinas tiene un cierto olor a supremacía racial, que si alguien en este mundo debiera detestar es precisamente el pueblo que tanto ha sufrido por esa ideología, sobre todo durante el período de la Alemania Nazi.


Gaza

"Luego consagraron al exterminio
todo lo que había en ella, pasando
al filo de la espada a hombres
y mujeres, niños y ancianos,
vacas, ovejas y asnos." (Josué, 6, 21)


En los ojos del niño moribundo
flota el terror, y la pregunta muda:
¿Por qué a mí, si estos bárbaros de hierro
ni mi nombre conocen? ¿En qué lucha
me han visto derramando sangre ajena?
Y mis gemidos, ¿alguien los escucha?
¿Su Dios, tal vez? ¿Por qué se lo permite?
¿O sigue una vez más su mano injusta
protegiendo al ladrón, al asesino,
arquitectos de víctimas, en turbia
política, consolidando votos
con cada ruina y cada sepultura?
Claman al mundo a voces de holocausto,
mientras fabrican ghetos. No preguntan
cuánto vale una vida, la erradican,
y en la ley de la fuerza se refugian.
Un muerto es un mensaje escrito en rojo,
y un aviso el escombro de las cúpulas,
tejados y azoteas arrasados
sobre el miedo de huérfanos y viudas.
Ah, la muerte, feroz propagandista,
que los deseos del más fuerte anuncia.
No han cambiado los tiempos, solamente
víctimas y verdugos, en absurda
repetición de ayer. Arde Varsovia
bajo el asalto nazi; la figura
de Josué resucita, a sangre y fuego
aniquilando pueblos, en su lucha
de exterminio y conquista de una tierra
que siendo de otros proclamaron suya.
¿Cómo un pueblo que ha sido estrangulado
por tantos otros pueblos, no se ausculta,
se toma el pulso, vuelve atrás los ojos,
y evita la conducta
que le rasgó la carne tantos siglos?
¿Qué razones lo llevan a la oscura
ley del talión, por mil multiplicada,
y al despotismo que lo hirió se anuda?

Los ojos de este niño moribundo
se han cerrado mil veces; continúa
su muerte innecesaria año tras año,
mientras al fondo de su mente busca
explicaciones que jamás le llegan,
porque se muere de la fuerza bruta.


Los Angeles, 19 de enero de 2009